30 diciembre, 2010

Microscopizando.

¿Alguna vez alguien se habrá parado a observar al microscopio una lágrima?
Lo más seguro es que sí, hay gente friki para todo.

La Navidad que mis padres me regalaron el microscopio me dediqué a pegar mi ojo astígmata a un pequeño universo de pelo, de cebolla, de trocitos machacados de un grano de café, de piel, hojas de té, fibras de plátano... incluso mi hermana y yo jugábamos a echarle un vistazo a algún que otro moco.
Recuerdo, además, que la lamparita venía rota y el espejo desenganchado (pero yo soy una chica muy "apañá" y lo arreglé sin que nadie se diera cuenta).
Lo que no sé es por qué nunca nos dio por atrapar una lágrima.

Realmente una lágrima, en toda su esencia, es difícil de observar.
Porque una lágrima no es un poquito de agua con sal, ni es tan secilla de capturar: no basta con tocarla con la yema de los dedos y no sirven redes, ni tubos de ensayo, ni siquiera un bastoncillo de algodón.
Las lágrimas se pierden y desaparecen y abren senderos invisibles en nuestra piel. Piel que mucho después las recuerda, con un ligero saborcillo a sal.

Entonces... ¿qué es una lágrima?
Yo creo que es un pedacito de magia o un diminuto sentimiento que no sabía donde colocarse en el borde de un ojo.
Yo creo que es agua decorada de impotencia o de alegría o, a lo mejor, el aderezo de la nostalgia.
Quién sabe, cada uno opinará una cosa.





A lo mejor, si alguien atrapara una lágrima y la examinara al microscopio descubriría que sí, que somos un poquito humanos.

18 diciembre, 2010

Las ideas nunca vienen solas.

Es curioso, pero uno de los momentos más angustiosos en la vida de cualquier ser humano (aunque lo nieguen) es aquel en el que descubren que todo es prescindible.
Es prescindible el café, el abrigo y el billete de metro.
Es prescindible la Navidad, los miércoles y los domingos, es prescindible el chocolate con churros y la televisión.
Es prescindible el padre.
Es prescindible el niño.
Y el aire, y el agua: si nos ponemos, seguramente sean prescindibles.


Por cierto, he llegado a la conclusión de que soy demasiado pesimista...


26 abril, 2010

Y de ángeles va la cosa.

"Dice un viejo cuento sufí que cuando un niño está en el seno de su madre tiene todo el conocimiento del mundo. Sabe cuántas estrellas hay en el firmamento, cuántas gotas hay en el mar y cuántos granos de arena en el desierto. Conoce los misterios del cielo y las estrellas, y conoce hasta la última letra de la Torah. No hay misterio sobre la faz de la tierra que desconozca, ni misterio en el cielo o en el mar que no pueda resolver.

Pero cuando está a punto de nacer, su ángel de la guarda baja del cielo y colocando un dedo sobre sus labios sella todo su conocimiento dentro de él, y le susurra una sola palabra

— “Aprende.”

(Cuento Sufí)


Como está empezando la primavera, te regalo sillas de colores.

Keukenhof, Holand

16 marzo, 2010

Escenas realistas.

Acabo de quitarme la ropa para ponerme el pijama, y he estado mirándome en el espejo, durante 23 minutos exactos, completamente desnuda. Es increíble lo maravillosamente imperfecta que me hace la cálida luz del flexo.
Sin embargo, ahora tengo los pies fríos.

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Hace ya... cuatro años que me perdí por esa plaza de Praga donde los tenderetes tienen los toldos rojos.
Sí, justo por estas fechas, estábamos en el viaje de fin de curso, y yo me obsesioné con unas pinturas que vendían en aquellos puestos. Recuerdo casi rogarle a Pedro que me comprara una de las láminas grandes, pero costaban alrededor de 50 euros.
¡50 euros por una cartulina que se me rompería si la metia en la maleta!
En las pinturas aparecían bufones, músicos, malabaristas y un aire de picardía repartido por el suelo de baldosas negras y blancas.
Al final me llevé tres láminas de los surrealismos de las calles de Praga.
Y una marioneta.

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He estado escuchando los 24 Caprichos de Paganini, uno detrás de otro. Odio que me guste la música y ser tan poco constante estudiándola.
A pesar de ello, sigo intentándolo. Supongo que algún día me daré por vencida.
Mientras, juego a arrancar notas de una viola y a pegar golpes de percusión.
Mi Minuetto en Sol Mayor para marimba hoy ha sonado de maravilla.

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He comido pasta fría con mucha cebolla mientras se calentaba la comida en el microondas.
Por cierto, mi micro está roto, no da vueltas y sólo calienta por un lado.

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Ayer saqué el cuadernito negro del bolso y esta mañana lo he estado buscando mientras iba en el metro, para escribir el cuento.
No lo he encontrado, me ha dado rabia. Y no se por qué no he sacado una hoja de la carpeta.
Recuerdo a la chica del piercing en el tragus.
Y eso que yo contaba la historia de Julia, la niña pelirroja.


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Iulian se ha escapado de alguna historia de esas que hay escondidas por la biblioteca, si no, no me explico su existencia.
Iulian es búlgaro, una mezcla entre la "Noche estrellada" de Van Gogh y la película "El señor Ibrahim y las flores del Corán".
Todos los lunes, cuando llego a la escuela y me siento en los bancos de la puerta, el sale y saca su cigarrito.
Fumamos en silencio, él es más rápido. Tira la colilla y entra.
Nunca hablamos, ni siquiera nos saludamos.
Además, estoy escribiendo un cuento sobre él.
Y es violinista.

21 febrero, 2010

Centrifugado.

"-¿Sabes una cosa? Yo soy escritor.
Si hijo, a mí me tildan de escritor cuando tecleo furiosamente mi ordenador, buscando alguna historia sobre princesitas de Manhattan al más puro estilo "Sexo en Nueva York". O cuando mis dedos se pegan a un bolígrafo medio desgastado y hago aparecer el último "best-seller" que encontrarás en cualquier punto de venta al módico precio de 30 euros el ejemplar. O... quizás me lo digan cuando me presento ante las cámaras para estampar mi estúpido nombre en un libro, como si mi firma fuera más valiosa que el certificado de nacimiento de cualquier bebé del mundo.
¿Es eso escritura, es arte? Ni escritor ni nada, que no te engañen. Realmente, yo sólo soy un pobre desgraciado que no se atreve a llenar de sinceros malabaristas el estúpido mundo en el que vivimos."




Entonces comprendí el por qué de su corbata naranja en medio de aquel traje gris.

03 febrero, 2010

No quiero ser Casiopea.

"Y con 60 se tiene pasado, presente y futuro."
(Joaquín Sabina. Entrevista en "EL PAÍS")

Nadie conoce el presente.
Nadie tiene presente.
El mundo está formado por pasado, "prisas" y futuro.
Nadie aprovecha sus viajes en metro, las letras que corretean por el libro de Historia que estudia, el zapato que se desata, la cremallera de un vestido.
Nadie ve las hojas de los árboles moverse, el helado que se derrite, el vapor del lavavajillas.

Vivimos en un para qué. Todo tiene una finalidad. Nada se hace por simple disfrute.
Queremos saber lo que vendrá, lo que tomarmos al llegar al bar, lo que tardaremos en llegar, lo que pasará, lo que ocurrirá en el siguiente capítulo.
Nos hemos acostumbrado demasiado a las series y telenovelas.

Yo quiero conocer a Michael Ende y que me haga personaje de sus historias.
Quiero que diluya mi nombre en tinta y escriba con ella un mundo como el de Momo.
Quiero ser amiga del profesor Secundus Minutus Hora, y aprenderé a disfrutar del tiempo.

El tiempo es lo único que tenemos y, a la vez, nunca poseemos.
Momentos, instantes, presente.
Lo único que vivimos y, a la vez, no notamos.

"Claro... es que con las prisas..."





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A mí me gusta el sonido de tu voz por teléfono y perderme en tus ojos azules pintados de negro.
A mí me gusta fumar manzanas verdes y que le robemos letras al mundo.
A mí me gusta regalarte un cuento, hacer tortitas y correr con los ojos cerrados.
A mí me gusta despertarte a mordiscos por la mañana y que me eches de tu cama.
A mí me gusta no terminar de ver películas contigo y que me abraces por dentro del abrigo.
A mí me gusta ganarte en la guerra y comer mandarinas dulces.
A mí me gusta oírte hablar sobre superhéroes y comer churros al amanecer.
A mí me gusta discutir sobre magia, nuestra risa perjudicada y jugar al mus.
A mi me gusta escucharte decir que vas a dormir y pensar contigo en el buscaminas.
A mí me gusta que me hagas fotos y regalarte una esponja.
A mí me gusta tu dibujo de una bailarina, tu color verde-aura y verte sonreír como una tonta.
A mí me gusta verte tocar por la noche y que me abraces cuando duermes a mi lado.
A mí me gusta jugar contigo al ajedrez y dar paseos por Escocia.
A mí me gusta que nos perdamos en el verdor del mundo y los botes de chuches gigantes.
A mí me gusta gritarte ¡¡BARBACOA!! y que me digas "siempre, Sara".
A mí me gusta llorarte, regalarte partituras y tu pañuelo amarillo.
A mí me gusta tu espejo, tu taza, tus baquetas y tú dormida en el coche de tus padres.
A mí me gusta que me invites a todo, que te apoyes en mí y tu fantasmita blanco.
A mí me gusta pegarte cuando sangro y andar descalza.


Las personas no son recuerdos, no pueden serlo.
Las personas son presente, siempre presente.
Tú eres mi presente.
No quiero que seas mis prisas.

Alegría visual

Si te quedaste con ganas...